La acemetacina sirve para tratar la inflamación, dolor y limitación de la movilidad, asociados a problemas articulares y de la columna vertebral, y otras situaciones, como ataques agudo de gota, reumatismos o artritis.
Este medicamento puede ser también útil para los casos de psoriasis, edema o inflamación posterior a cirugías o golpes, por ejemplo, y todas aquellas afecciones caracterizadas por dolor.
La acemetacina puede conseguirse en farmacias con la presentación de receta médica, bajo los nombres comerciales Rantudil o Flaricel, en cápsulas de 60 mg y 90 mg, cuyo tiempo de tratamiento y dosis debe ser orientado por el médico.

Para qué sirve
La acemetacina está indicada para el tratamiento de la inflamación, el dolor y limitación de la movilidad asociados a:
- Enfermedades reumáticas: artritis reumatoide, poliartritis crónica, artritis psoriásica, vasculitis, gota;
- Reumatismos de los tejidos blandos: miositis, fascitis, tendovaginitis, bursitis, lumbociatalgia;
- Enfermedades articulares degenerativas: osteoartrosis y espondiloartrosis;
La acemetacina también puede ser indicada en casos de tromboflebitis y vasculitis, así como en inflamación y edema provocado por cirugías o golpes.
Además, este medicamento puede utilizarse para cualquier afección que provocan dolor e inflamación, siempre que su uso sea evaluado y prescrito por un médico.
Dosis y cómo tomar
La dosis indicada de acemetacina va a depender de la duración del tratamiento y las mismas pueden ser:
- Flaricel 90 mg: la dosis indicada es de 1 cápsula a cada 12 o 24 horas para el uso a largo plazo.
- Randutil 60 o 90 mg: la dosis indicada es de 1 cápsula a cada 8 o 12 horas para el uso de lesiones o dolor agudo.
En los ataques agudos de gota pueden requerirse dosis más altas. Se puede indicar una dosis de 180 mg por día, dividida en tres tomas de 60 mg cada 8 horas, o en dos tomas de 90 mg cada 12 horas. En personas sin antecedentes de alteraciones gastrointestinales, esta dosis puede aumentarse a 300 mg durante el primer día de tratamiento.
Las dosis deben reducirse progresivamente una vez que los síntomas comienzan a ceder. Si los síntomas son especialmente intensos, la dosis puede aumentarse hasta un máximo de 540 mg al día (equivalente a 6 cápsulas de 90 mg), por un máximo de 2 días, para luego volver al esquema de referencia con una dosis menor. Conozca otros medicamentos para tratar la gota.
Las cápsulas de acemetacina deben tomarse enteras, sin masticar, con un poco de líquido y preferiblemente junto con los alimentos.
Efectos secundarios
Los efectos secundarios de la acemetacina son:
- náuseas, vómitos o diarrea;
- dolor abdominal o pérdida del apetito;
- dolor de cabeza o mareo;
- somnolencia o cansancio;
- tinnitus;
- sangre en las heces;
- úlcera gastrointestinal.
En tratamientos prolongados, el uso de acemetacina puede asociarse con degeneración pigmentaria de la retina y opacidad corneal.
En caso de presentar dificultad para respirar, sensación de garganta cerrada, hinchazón de la boca, lengua o rostro, debe buscar asistencia médica rápidamente, ya que estos son síntomas de una reacción alérgica grave. Conozca más síntomas de anafilaxia y cómo se trata.
Contraindicaciones
La acemetacina no debe utilizarse en casos de dishematopoyesis, alergia a la acemetacina o indometacina, o úlcera péptica activa.
No se recomienda la administración de acemetacina en niños menores de 14 años debido a que no se dispone de evidencia suficiente para la administración en este grupo etario.
La acemetacina no debe utilizarse en el último trimestre del embarazo, ya que puede inhibir la contracción del útero y aumentar la tendencia hemorrágica.
Debe evaluarse cuidadosamente el riesgo beneficio antes de prescribir este medicamento en los dos primeros trimestres del embarazo, así como durante la lactancia, ya que pequeñas cantidades de la sustancia activa pasan hacia la leche materna.
Además, este medicamento no debe utilizarse en combinación con digoxina, anticoagulantes, corticoides, otros antiinflamatorios o ácido acetilsalicílico, ya que pueden producir interacciones que aumentan su efecto y elevan el riesgo de complicaciones, como hemorragias, entre otras.